EVEREST 1924: CIEN AÑOS DEL SUPREMO ENIGMA DEL ALPINISMO (del ABC España).

Hace hoy un siglo, los británicos Mallory e Irvine desaparecieron cuando desafiaban al techo del mundo. No hay acuerdo sobre si hicieron cumbre 29 años antes que Hillary y Tenzing Norgay, un hito que cambiaría la historia de la exploración y de los límites del ser humano

70 años de la conquista del Everest: la hazaña de Hillary y Norgay que se ha convertido en rutina

Última foto de Mallory e Irvine antes de comenzar la ascensión

Última foto de Mallory e Irvine antes de comenzar la ascensión

Miguel Ángel BarrosoPedro Sánchez Terciado

MIGUEL ÁNGEL BARROSOPEDRO SÁNCHEZ TERCIADO

Madrid

08/06/2024
Actualizado a las 05:01h.

5

«No puedo imaginarme descendiendo derrotado de la montaña» (George Leigh Mallory).

Desde el campo base, a 5.200 metros de altitud, la presencia del Chomolungma, la ‘Diosa madre del mundo’ (nombre tibetano del Everest), es aplastante. Jirones de nubes amagan con amordazarlo, pero la arista final actúa como un afilado cuchillo y los rasga y deshace. El sonido del obturador es el único intruso en el silencioso y fatigoso caminar de dos senderistas al pie de la morrena del glaciar de Rongbuk.

No hay nada que decir, pero sí que sentir, y el corazón tamborilea desbocado por la hipoxia y la emoción. Hay que pellizcarse: el coloso no es una imagen de croma puesta allí por un ‘deus ex machina’ para dar gusto a esos mitómanos del alpinismo, es real, y sí, por allí, un siglo atrás, por el decadente monasterio rodeado de casuchas, por el desaguadero del glaciar, por ese lugar que un monolito rodeado de deshilachadas banderas de oración marca como campo base, había pasado la British Everest Expedition en junio de 1924.

«No puedo explicar cómo me posee». Después de establecer dos campamentos a gran altura (a 7.710 y 8.230 metros), los dos primeros intentos por conquistar el techo del mundo habían fracasado. Hacía más de dos meses que los expedicionarios habían partido de Darjeeling (India) hacia el Tíbet y más de un mes que habían llegado al campo base. La expedición de 1924 era el tercer intento británico en los últimos cuatro años. Cuestión de orgullo nacional: derrotados en la carrera por el Polo Norte y el Polo Sur, quedaba el consuelo, nada menor, de llegar primero al tercer polo del planeta.NOTICIA RELACIONADA

Infografía: así ha cambiado el ascenso al Everest desde 1953

Infografía: así ha cambiado el ascenso al Everest desde 1953

JAVIER TORRES SANTODOMINGO

Apenas ha variado la ruta desde que Hillary y Norway consiguieron ascender por primera vez al coloso del Himalaya, pero sí que lo han hecho los materiales y la forma en la que se sube a la cima

Para Eduardo Martínez de Pisón, catedrático de Geografía, escritor y viajero, «el proyecto inglés en las montañas de Asia tiene un tufo de colonialismo, pero su carrera no está realmente ligada a ambiciones territoriales, sino al deseo humano de superación, a la satisfacción moral de ver el mundo por encima del hombro, de llenar los mapas en blanco».

El Everest (8.848 metros) se había convertido en una obsesión británica, pero esta partida se disputaba dentro de una mayor, geoestratégica, conocida como el Gran Juego, que se dirimía en el tablero de Asia desde el siglo XIX y que tenía como principales actores a la Gran Bretaña victoriana y la Rusia zarista. Ese escenario habitado por militares, espías, agentes locales, ‘pandits’ (eruditos del hinduismo), topógrafos y exploradores está espléndidamente descrito por Sebastián Álvaro, periodista, escritor y durante tres décadas director de ‘Al filo de lo imposible’, en el libro ‘Everest 1924. El enigma de Irvine y Mallory’ (Desnivel).

Foto que John Noel hizo a la expedición de 1924 en el campo base. De pie, de izquierda a derecha, Andrew Irvine, George Mallory, Edward Norton, Noel Odell y John MacDonald. Sentados, Edward Shebbeare, Geoffrey Bruce, Howard Somervell y Bently Beetham
Foto que John Noel hizo a la expedición de 1924 en el campo base. De pie, de izquierda a derecha, Andrew Irvine, George Mallory, Edward Norton, Noel Odell y John MacDonald. Sentados, Edward Shebbeare, Geoffrey Bruce, Howard Somervell y Bently Beetham

La situación empezaba a ser desesperada. Edward Norton, jefe de la expedición, ciego y loco de dolor tras ser vencido por la montaña, esperaba ayuda para bajar al campo base. La comida escaseaba, los porteadores perdían la fe y el monzón amenazaba con sepultar con nieve los senderos y las cumbres del Himalaya. George Mallory, de 37 años, el mejor escalador británico de su tiempo, un tipo cultivado, con aspiraciones literarias y amante de Shakespeare, había elegido a Irvine, de 22, estudiante de ingeniería y «fuerte como un buey», como compañero de cordada. Jugaban la tercera y última carta de aquella aventura.

La clave de bóveda

«Ese pico, tan grande y tan bello, maravillosamente construido, majestuoso, terrible, impone respeto; al pie de sus laderas resplandecientes se debe permanecer humilde y maravillado», escribió. La ascensión a los campamentos V y VI se realizó sin contratiempos. En la madrugada del 8 de junio de 1924, con sus camisas de franela, jerséis de lana y chaquetas de gabardina, cargados con primitivas y pesadas botellas de oxígeno, enfilaron hacia la cima.

Noel Odell, el geólogo de la expedición, emprendió el ascenso hasta ese último campamento llevando provisiones. A las 12.50, según su relato, miró hacia la cima y vio dos pequeñas figuras por encima del segundo escalón, a 8.650 metros de altitud, muy cerca de la pirámide final y sin ninguna dificultad considerable que se interpusiera en su camino hacia la gloria. «Mis ojos se fijaron en un diminuto punto negro sobre una pequeña cresta de nieve. El punto se movió. Apareció otro punto que se desplazó por la nieve. El primero se aproximó al gran escalón de roca y al poco emergió en lo alto; el segundo lo imitó. Entonces toda aquella fascinante visión se desvaneció, envuelta en nubes».

El segundo escalón, el paso de dificultad técnica más alto del mundo, descrito como la «afilada proa de un buque de guerra», es la clave de bóveda del enigma. El legendario alpinista italiano Reinhold Messner (el primer hombre en hollar los catorce ochomiles) declaró hace unos años a ABC que, en su opinión, en 1924 no había medios ni técnica suficientes para superar ese obstáculo. El francés Maurice Herzog, que en 1950 alcanzó, en compañía de Louis Lachenal, la cumbre del Annapurna (8.091 metros), convirtiéndose en los primeros alpinistas en conquistar una montaña de más de 8.000 metros, es de la misma opinión.

A la izquierda, foto realizada por Mallory en 1924 en el que aparece el Everest y el glaciar de Rongbuk. A la izquierda, una imagen reciente realizada desde el mismo lugar
A la izquierda, foto realizada por Mallory en 1924 en el que aparece el Everest y el glaciar de Rongbuk. A la izquierda, una imagen reciente realizada desde el mismo lugar AFP

«Les tengo el máximo respeto, pero patinan», señala Sebastián Álvaro, que a principios de este siglo dirigió dos expediciones que siguieron los pasos de aquellos pioneros de la época romántica. «Se los mira con condescendencia, incluso compasión, olvidando que aunque no contaran con los medios de ahora –equipamiento, previsión meteorológica al minuto– eran alpinistas de elite, duros, sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial, bien aclimatados a la altura y con una determinación inquebrantable. Si se demostrara que lo consiguieron habría que reescribir la historia y oscurecer hazañas posteriores».

Tres factores (las horas, las botellas de oxígeno y, sobre todo, el segundo escalón) son los principales elementos de discusión. Sebastián Álvaro piensa que, en el día más importante de sus vidas, Mallory e Irvine partieron de ese último campamento, a 8.230 metros, con la amanecida, con muchas horas de luz por delante. El día era bueno y siguieron la arista norte, una ruta distinta a la de sus compañeros Norton y Somervell, un ejercicio de funambulismo aterrador a lo largo de una vertiginosa cresta aérea. El hallazgo de una bombona al pie del primer escalón por parte de la expedición que, en 1999, encontró el cuerpo de Mallory, alimenta la hipótesis de que, si solo llevaban una más, se habrían quedado sin oxígeno poco antes de llegar a la cumbre –¿habrían seguido adelante?–, pero se sabe que tuvieron la oportunidad de elegir tres botellas para el asalto final, lo que cambiaría por completo el escenario.

La expedición británica al Everest de 1924

Fue la tercera expedición (después de las de 1921 y 1922). Tras dos primeros intentos de alcanzar la cima,

Edward Norton estableció un nuevo récord de altitud en escalada (8.573). George Mallory y Andrew Irvine partieron

para realizar un tercer intento, del que nunca regresaron. Desde entonces se especula con la posibilidad de que

hubieran logrado alcanzar la cumbre, 29 años antes que Edmund Hillary y Tenzing Norgay. El cadáver de Mallory

fue encontrado en 1999, aportando más elementos a las investigaciones, si bien no definitivos

Los

protagonistas

NEPAL

Lhotse

Collado Sur

Valle del

Silencio

George Mallory

Andrew Irvine

18 de junio de 1886

Mobberley,

Reino Unido

Fecha de

nacimiento

y lugar

8 de abril de 1902

Birkenhead,

Reino Unido

Collado

Norte

Lingtren

Kartse

Changtse

Profesor de literatura

de Cambridge

Ingeniero por la

Universidad de Oxford

Profesión

Khartaphu

Glaciar Rongbuk

Fecha de

fallecimiento

y lugar

8-9 de junio de 1924

Monte Everest

8-9 de junio de 1924

Monte Everest

TIBET

(CHINA)

Mallory

Campos I, II, III, IV, V, VI

Irvine

Última foto

de Mallory

e Irvine

antes de

comenzar

la ascensión

Cima del

Monte Everest

8.848 m

Visualización aérea

de la expedición

de 1924

CHINA

Everest

8.848 m

NEPAL

BUTÁN

MYANMAR

INDIA

BANGL.

Glaciar Oriental

de Rongbuk

Glaciar de Rongbuk

Los tres intentos de ascensión al Everest en 1924

Primer intento: Mallory y Bruce

1-2 de junio. Hasta el campamento V (7.700 m.)

Segundo intento: Norton y Somervell

2-4 junio. Norton llega a los 8.573 m., récord absoluto durante 28 años

Tercer intento: Mallory e Irvine

6-8 junio. Fueron vistos por última vez, según el relato de Odell, por encima del segundo escalón a unos 8.650 metros

Everest

Cima – 8.848 m

Algunos mitos del alpinismo,

como Messner y Herzog, consideran

que en 1924 era imposible salvar el

segundo escalón. Sin embargo,

el geólogo Noel Odell afirma que

vio a sus compañeros entre el

segundo y el tercer escalón

avanzando hacia la cima

CARA NORTE

Cima – 8.848 m

3er Escalón

2er Escalón

1er Escalón

Arista Nordeste

Gran

Couloir

Arista Norte

CARA NORTE

Objetos encontrados que pertenecieron a Mallory

Cuando fue hallado

el cuerpode Mallory,

llevaba las gafas

de sol en el bolsillo,

lo que indica que

la muerte le

sobrevino de noche

Gafas de

escalada

Restos encontrados

de George Mallory

La cámara de fotos

Kodak Vest Pocket

que llevaba Irvine

podría, si se

encuentra el

cadáver

del alpinista,

ofrecer la prueba

definitiva de si

hubo cumbre o no

Caja de

cubitos de carne

Altímetro

Fuente: ‘Los fantasmas del Everest’, ‘Everest 1924. El Enigma De Irvine y Mallory’ y elaboración propia

PEDRO SÁNCHEZ /ABC

El segundo escalón tiene una altura de ascenso de 40 metros, de los cuales los últimos siete son casi verticales. Sebastián Álvaro sostiene que aquel año de nevadas copiosas la pendiente blanca se extendería más arriba y solo tuvieron que superar los últimos metros complicados de roca. «El paso de hombros estaba inventado en 1924 y aquellos alpinistas eran altos y fuertes. Uno pudo subirse encima del otro y luego tirar de piolet». Y llega el momento de creer (o no) a Odell. «Las lajas amarillas de roca metamórfica que se encuentran en ese escalón, como el fondo del mar lanzado al cielo, son muy fáciles de identificar para un buen geólogo. Y Odell lo era. Desde abajo puedes situar a cualquier persona fijándote en esas franjas. No pudo equivocarse».

Sebastián Álvaro cree que lo consiguieron: «Subieron alto, muy alto, y la muerte los sorprendió cuando bajaban exhaustos»

Este experto divulgador cree que Mallory e Irvine «subieron alto, muy alto. Y bajaron tarde, puede que de noche [Mallory llevaba las gafas de sol en la chaqueta: todos los detalles de la expedición que encontró su cuerpo pueden encontrarse en ‘Los fantasmas del Everest’, editorial Plaza & Janés]. Exhaustos y sin oxígeno, uno de ellos cometió un error y arrastró al otro. Irvine llevaba una cámara fotográfica Kodak que puede aportar la prueba definitiva. En una primavera que deje descarnada la montaña, un nutrido equipo de búsqueda apoyado con drones puede dar con él. Es cuestión de tiempo. No puede estar muy lejos de su compañero. Los chinos quieren esa historia para ellos y manipularla a su favor. No olvidemos que, oficialmente, fueron los primeros en hollar el Everest por su cara norte (1960)».

Cien años después, el supremo enigma del alpinismo sigue sin resolver. Edmund Hillary y Tenzing Norgay conquistaron el Everest el 29 de mayo de 1953 por la vía del collado sur y suya es la inmortalidad. Lo que se vive ahora con las expediciones comerciales, los atascos, los choques de egos y los accidentes mortales «es pura vanidad producto de la corrupción de los lobbies nepalíes que han secuestrado la montaña y sobrepasan todos los límites éticos y legales», opina Sebastián Álvaro.

En el humilde hostal pegado al monasterio de Rongbuk, los senderistas sorben té junto a una estufa para entrar en calor. Cae la noche y la temperatura se desploma, y afuera, bajo la luz de las estrellas, el Chomolungma parece un gigantesco panteón donde descansan los sueños (y los secretos) de los héroes que quisieron ir más allá de los límites del ser humano.


Deja un comentario